En junio de 2021 acompañamos a Elle Nikishkova, la experta sueca en vida natural, a pasar una inolvidable jornada en el archipiélago estocolmés.
El silencio. Eso es lo primero que advertimos al llegar a nuestro destino. Ausencia total de sonidos de factura humana; solo una ligera brisa en las copas de los árboles y el trino de los pájaros. El leve olor a algas revela la cercanía del mar, justo detrás de esa pequeña colina. Es muy de mañana y todavía hace un poco de frío, pero pronto el sol nos calentará desde las alturas del despejado cielo. Probablemente, en pocas semanas habrá más gente por estos lares con la intención de darse un refrescante chapuzón en el Báltico. Pero hoy solo estamos nosotros. Nos hemos adentrado en el archipiélago de Estocolmo tanto como se puede hacer en automóvil. Resulta asombroso que nos hallemos a menos de una hora por carretera del centro de la ciudad.
Elle descarga el vehículo mientras revisa cada uno de los artículos. Cuencos. Comprobado. Cucharones. Comprobado. Fogón. Comprobado. Sartén. Comprobado. Encendedor. Comprobado. Igual que a la hora de preparar la comida en tu cocina, necesitas tener tu equipamiento listo para cocinar al aire libre. Pero estamos en buenas manos. No es la primera vez que Elle lo hace. De hecho, es su pasión en la vida e invierte toda su creatividad en aprovechar al máximo lo que la naturaleza le brinda. Que es mucho. Elle nos informa de que en Suecia hay como mínimo 150 hierbas y plantas silvestres comestibles. Bastantes de ellas, también apetecibles. Por no mencionar los numerosos tipos de setas. Suele deshidratar buena parte de lo que recoge para llevarlo consigo a sus excursiones invernales.
Damos con un buen lugar donde sentarnos: sobre un trozo de roca cercano al agua. A primera vista parece de color “gris” macizo, pero mirándola más de cerca apreciamos que se trata más bien de una mezcla de mica resplandeciente, cuarzo brillante, gneis de color rosa y granito gris con manchas de liquen negro, verde y también gris. Donde toca el agua, la roca está cubierta de algas marinas de color verde claro, casi fluorescente. Más alto sobre la ladera se observan pequeños charcos con algas muertas, probablemente a causa de una reciente tormenta.
Permanecemos un rato sentados mientras observamos en silencio el mar, las suaves olas y la chispeante superficie del agua. Más allá de la costa, una isla tras otra refulge bajo el luminoso sol estival en colores que oscilan del verde musgo al gris claro para luego fundirse en el cielo a la distancia. Sentarse junto al mar para dar sorbitos a una taza de café caliente recién hecho es, sin duda, una de esas cosas sencillas de la vida que uno debería apreciar en mayor medida.
Examinamos el mapa en busca de un lugar donde preparar la cena sobre una hoguera. Una playa situada a poca distancia a pie se antoja como una opción perfecta. Elle irá en kayak y el resto atravesaremos el bosque caminando hasta llegar allí. Nuestra guía coloca el kayak sobre el agua y se pone en marcha. Aparte de un velero en la distancia, su kayak es la única embarcación visible. Bajo la superficie hay percas, lucios y, probablemente en esta época del año, también arenque del Báltico. Los aperos de pesca forman parte, por supuesto, del kit de herramientas de los expertos en vida natural. Sin embargo, hoy no vamos a pescar. En su lugar, nos hemos traído todo lo necesario para preparar una deliciosa comida y Elle nos va a mostrar cómo cocinarla sobre el fuego.
Mientras Elle rema en dirección a la playa acordada, nosotros damos con un estrecho sendero a través del bosque para llegar a dicho punto. El camino está cubierto por una gruesa capa de agujas de pino que transmiten a nuestros pies una suave y agradable sensación. A ambos lados advertimos pinos y enebros, algunos de los cuales no han sobrevivido a los temporales de la zona y han devenido retorcidas figuras de madera muerta con un reluciente color plateado.
Al llegar a la playa nos da la bienvenida un fuego crepitante. “Con toda probabilidad, la capacidad de hacer fuego constituye la habilidad de vida exterior más importante a dominar”, comenta Elle. Las fogatas son algo profundamente arraigado en la naturaleza humana. Llevan con nosotros varios cientos de miles de años y nos han acompañado hasta la edad moderna. Aparte de ayudarnos a cocinar nuestros alimentos, una hoguera nos mantiene calientes y, por supuesto, brinda un lugar maravillosamente acogedor donde congregarse y socializar.
"Con toda probabilidad, la capacidad de hacer fuego constituye la habilidad de vida exterior más importante"
El día ha trascurrido demasiado rápido y atardecerá pronto. Disfrutamos ahora de una deliciosa comida y, de hecho, nos sentimos hambrientos tras un precioso día junto al mar. No podemos evitar pensar que cocinar en el exterior tiene algo muy especial, como también lo tiene comer afuera. Y sentarse cerca unos de otros contemplando cómo las cálidas y vibrantes llamas proyectan sombras sobre los alrededores supone una experiencia hipnotizadora y una forma perfecta de relajarse. ¿Se puede pedir más?
Aunque estamos muy contentos de que se ponga en contacto con nosotros, nos gustaría que supiera que actualmente estamos en más de 140 países y recibimos muchas consultas. Así que, por favor, tenga paciencia y nos pondremos en contacto con usted lo antes posible. Que tenga un buen día!